En 1906 decide trasladarse a París, donde frecuenta la Academia Colarossi; traba amistad con Utrillo y Severini; vive en los famosos estudios del Bateau-Lavoir en Montmartre; en estos primeros momentos su obra se deja influir por Picasso, Gauguin y Toulouse-Lautrec. Al año siguiente conoce al doctor Paul Alexandre, que se convertirá en su protector, y lo convence para que se inscriba en el Salón de los Independientes.
De 1908 data la Cabeza de joven mujer, uno de los pocos cuadros que han sobrevivido de su primera llegada a París, obra en la que es evidente su admiración por Touluse-Lautrec y que se encuentra cercana a los expresionistas alemanes por las líneas gruesas que perfilan la figura y los labios rojos muy marcados, aunque no puede darse esta cercanía por influencia, pues muy pocos expresionistas alemanes habían expuesto en París en esas fechas. Un año después realizó los retratos de la familia Alexandre, entre ellos, el del Doctor Paul Alexandre, que aparece retratado delante del cuadro titulado La Judía, también propiedad de la familia.
En verano y primavera de 1909 trabaja enfermizamente en varias esculturas; el exceso de trabajo, el alcohol y la escasa alimentación minan seriamente su salud y vuelve a Livorno. En El mendigo de Livorno expresa su simpatía por los oprimidos y marginados (aunque Modigliani provenía de una familia acomodada, en París vivió como un marginado); la obra es una interpretación de un cuadro antiguo que había en su casa familiar.
Pocos meses después vuelve a París y alquila un estudio al lado de Brancusi, con quien entabla amistad. En 1910 expone con éxito seis obras en el Salón de los Independientes, entre ellas El violonchelista, donde se advierte claramente la influencia de Cézanne. Se interesa vivamente por la escultura sin abandonar la pintura; el poeta Guillaume Apollinaire le vende algunos cuadros.
En 1911 visita Normandía con su tía Laura y presenta sus esculturas y dibujos de cariátides. En 1912 expone de nuevo en el Salón de los Independientes, esta vez esculturas (Cabeza, conjunto decorativo); también es de 1912 el Desnudo sentado, donde ya quedan definidas las características inconfundibles de los desnudos femeninos de Modigliani: el torso pintado de manera más o menos naturalista, casi de cuerpo entero, y la cara con el manierismo típico del artista, sin elementos decorativos que acompañen a la figura o la escondan. En el verano viaja a Livorno, donde se encuentra con la incomprensión de sus amigos con respecto a sus esculturas.
En 1913 comienzan sus problemas con el alcohol; pinta varios desnudos con modelos; conoce a Lipchitz y se hace muy amigo de Soutine. En 1914 conoce, por medio de Max Jacob, a Paul Guillaume, quien empieza a comprarle casi toda su producción y le proporciona un estudio en la calle Ravignan. En ese mismo año conoce a Beatrice Hastings, poetisa y periodista, de quien hace numerosos retratos. En 1915 participa, junto a Kisling, Matisse y Picasso, en la exposición organizada por Paul Guillaume en el número 6 de la calle Huyghens.
Conoce a un nuevo benefactor: el poeta polaco Léopold Zborowski. Su obra empieza a ser reconocida por poetas (Apollinaire, Salmon, Cocteau) y por coleccionistas (Descaves, Netter, Lavel). En 1917 conoce a Jean Hébuterne, quien será su compañera hasta la muerte. En diciembre de ese mismo año realiza su primera exposición individual en la galería de Berta Weill; el día de la inauguración, la policía retira cinco desnudos por ofensas al pudor y no se vende ningún cuadro; a pesar de ello, es un año de intensa producción; los desnudos de estos años ponen de manifiesto la perfecta comunión espiritual entre el artista y sus modelos.
En 1918 nace su hija Jeanne y pasa una temporada en Niza y Cannes. Al año siguiente vuelve a París y comienza a ser un pintor conocido y estimado por sus colegas; expone en Londres en la Hill Gallery; es consciente de su grave estado de salud pero no deja de beber. De 1919 data uno de los retratos de Jeanne Hebuterne, uno de sus últimos cuadros (si no el último), en el que retrata a su esposa embarazada con ternura y comprensión. Murió el 24 de enero de 1920, víctima de una meningitis tuberculosa. Dos días más tarde, Jeanne Hébuterne se suicidó tirándose desde la ventana del quinto piso de su casa.
Los temas de la obra de Modigliani fueron el retrato y los desnudos. Desde 1915 hasta 1920, año de su muerte, realizó su obra más significativa, constituida mayoritariamente por retratos y desnudos femeninos. Los retratos son a menudo de amigos y personajes conocidos como Max Jacobs (1916) o Jacques Lipchitz y su mujer (1917), pero frecuentemente representan a personajes anónimos como La criadita (1916). Sus múltiples desnudos femeninos,como Desnudo rojo con los brazos abiertos (1917, Kunsthaus, Zurich) rebosan una sensualidad lánguida y complacida; la línea que perfila los cuerpos es sutil, melodiosa y elegante; los ojos almendrados de los rostros dotan a las figuras de una mórbida melancolía que recuerda a Botticelli.
En ocasiones se le cita como un expresionista, pero es difícil dar ese calificativo a la finesse típica de Modigliani. El artista que más veneraba fue Cézanne, aunque nunca se interesó por representar la naturaleza; sólo pintó tres paisajes y no se conoce ninguna naturaleza muerta suya. La influencia de la vanguardia no sería determinante para la creación de su característico estilo. El canon alargado de sus figuras evidencia el gusto por el manierismo y enlaza sus personajes femeninos con las imágenes de los cuadros de Parmigianino. La estilizada geometrización de las formas denota el impacto que sobre él ejerció el descubrimiento del arte africano, que realizó gracias a su amigo Brancusi.
La influencia del arte primitivo se manifiesta especialmente en sus esculturas. Los numerosos esbozos y dibujos preparatorios de las Cariátides se concretaron en una única escultura que realizó entre 1913 y 1914 y que se conserva en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Su práctica escultórica fue determinante para la configuración de su pintura. Entendía que el único modo de hacer escultura era tallando directamente la piedra y en muchas ocasiones se sintió más escultor que pintor. Las estatuas que han sobrevivido (unas veinticinco) no se ajustan a ninguna de las dos tendencias predominantes en la época (cubismo y futurismo); en ellas se encuentra un alto grado de sentido plástico, una solidez en las formas y una tendencia hacia el ritmo y la esquematización que también son características de su pintura.
Bibliografía: www.biografiasyvidas.com