Fue un pintor venezolano nacido en Cúa estado Miranda el 15 de diciembre de 1858 y murió
Caracas el 8 de noviembre de 1890, junto a Arturo Michelena uno de los más
importantes pintores del siglo XIX venezolano. Sus padres fueron Cristóbal
Rojas, de profesión médico, y su madre Alejandra Poleo. Su infancia transcurrió
en medio de la guerra federal (1859 -1863) en una Cúa muy convulsionada por los
eventos de la Guerra. Realizó estudios básicos bajo la tutela de su abuelo José
Luis Rojas, quien motivó y estimuló su vocación por el dibujo. A la edad de 13
años, su padre murió y comenzó a trabajar en una fábrica de tabaco de Cúa para
ayudar al mantenimiento de su familia. En 1878 se produjo un terremoto que
devastó la región de los valles del Tuy. Los Rojas quedaron prácticamente en la
indigencia y se trasladaron a Caracas, donde Cristóbal proseguirá sus estudios
de pintura, no obstante se vió obligado a trabajar de nuevo en una tabaquería
para sostener a su familia. Estudió con José Manuel Maucó en la Universidad
Central de Venezuela. Hacia finales de 1880 y 1882, realizó sus primeros óleos
con una técnica todavía algo primitiva en la que plasmó los eventos de las
Ruinas de Cúa y Ruinas del templo de la Merced; por estos año conoció al pintor
Antonio Herrera Toro, quien venía de estudiar en Roma y quien lo contrató como
ayudante en la decoración de la catedral de Caracas.
Para 1883, Rojas expone un
lienzo, titulado La muerte de Girardot en Bárbula, en el Salón del Centenario
del nacimiento del Libertador Simón Bolívar y se hace acreedor a medalla de
plata (segundo lugar) junto con el pintor Arturo Michelena. Este galardón le
otorgara una beca del gobierno de 50 pesos al mes, para estudiar en Europa. A
principios del año siguiente, Rojas se encuentra instalado en París donde
entabla amistad con Emilio Boggio, por cuyos consejos se inscribe en la
[[Academia Julian en el taller de [[Jean Paul Laurens] Un compatriota Arturo
Michelena se le unirá en la capital francesa en 1885 y con quien comparte
amistad hasta el año de 1887. En el periodo comprendido entre 1883 a 1890 Rojas
transitara lentamente a través de de diferentes tendencias pictóricas las
cuales van desde post-romanticismo hasta el impresionismo.
De temperamento enfermizo y
melancólico, Rojas se muestra inseguro y lento; ambiciona alcanzar la maestría
de los clásicos, inspirado en el ejemplo de las obras que descubre en sus
continuas visitas al Museo del Louvre. Entre 1886 y 1889 expondrá sus grandes
lienzos para el Salón Oficial de París, que consumen todo su tiempo, sin que el
artista se dé por satisfecho y sin lograr el éxito esperado: La miseria (1886);
El violinista enfermo (1886); La taberna (1877); El plazo vencido (1887); La
primera y última comunión (1888); El bautizo (1889).
A partir de El bautizo, se
observa un apreciable cambio en su obra; una percepción más aguda de la
atmósfera cromática le aleja de los sombríos acentos del claroscuro de los
holandeses; esta tendencia se hace más patente en Dante y Beatriz a orillas del
Leteo (1889), obra de corte simbolista donde se aprecia la influencia de los
nabis (grupo de pintores franceses que intentaron conciliar las estéticas
modernista y simbolista]], que Emilio Boggio le había hecho comprender. A
partir de 1889, Rojas abandona la pintura de efectos dramáticos que era
costumbre enviar al Salón Oficial y aborda el paisaje y la figura, observados
del natural con un colorido cada vez más próximo al de los impresionistas.
Es el año de 1889 y sin el
subsidio de la beca que le había sido suspendida dos años ante por orden del
Presidente de la República Antonio Guzmán Blanco, Rojas enfermo de
tuberculosis, se ve obligado a regresar a Venezuela en 1890, trayendo consigo
El Purgatorio (1890), que le había sido encargado por el Cabildo Eclesiástico y
un retrato del presidente Juan Pablo Rojas Paúl. Fallece al poco tiempo de su
regreso a Caracas el 8 de noviembre de 1890.
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